Semillero de periodistas “Álvaro Cepeda Samudio”
Otra vez a Diana “La cazadora” y al “Santo Chavista”
En nuestro país, el lenguaje materno ha perdido calidad en los últimos años. Creo que en gran parte se debe al poco interés que se le asigna en los currículos oficiales, lo mismo que a las normas ortográficas, para no referirnos a materias como la urbanidad y la cívica, que junto con el estudio de la lengua, constituyen la identidad nacional.
En opinión del académico Luís Duque Gómez, “el lenguaje es vehiculo cambiante de la expresión social y cultural de los pueblos.” Ello significa que debe estar en permanente evolución.
Sin embargo, quienes otrora hablábamos el mejor español de América, hemos permitido la escandalosa intromisión de un “léxico basura” incomprensible, imperdonable, que se fortalece día a día, con la sorprendente anuencia de los medios de comunicación social, obligados, paradójicamente, a velar por el buen uso del lenguaje.
La contradicción aludida, origina mi respetuoso reclamo a periodistas, comunicadores, publicista y profesionales afines, que parecen empeñados en acabar con nuestro idioma.
Es frecuente que las despampanantes ‘chicas de la prensa’ utilicen expresiones como “me regala su teléfono”, “me regala su dirección”, “me regala un minuto”, “le robo una llamada”, “le robo su esfero”… A su vez, una patética manada de vergonzosos locutores, pide con particular estridencia a las empleadas del servicio que les llama, “mamita, dime que estás cocinando y regálame tu nombre”. ¡Qué maravilla!
Si nos atenemos a esa singular manera de expresarnos, no somos más que una asquerosa catajarria de “pedigüeños” y “ladrones de siete suelas”. ¡Qué fea costumbre tan entronizada en el lenguaje cotidiano de comunicadores y funcionarios de toda índole!...
Pero el asunto no para ahí. Los comunicadores han adoptado expresiones sacadas de los lamentables boletines de prensa de algunas entidades, que insólitamente, resuelven todo con la simple adición de sufijos y prefijos a palabras ya conocidas: “desenergizar”, “repensar”, “concretizar”… Por la vía del facilismo, se obstinan en usar dos palabras separadas por un guión, para sugerir ideas de precisión: Didacto-pedagógico; pragmato-tecnocrático… ¿A quién pretenden impresionar?
Los redactores de noticias de policía, cambian los artículos por los posesivos: “El victimario le propinó dos balazos a su víctima, que le ingresaron uno en su pierna derecha, y otro en su cuello”… ¡Qué barbaridad! Es como si el paciente le dijera al odontólogo: “Vengo a sacarme mi muela”, y el doctor le responde: “Siéntese y abra su boca”…
En fin… esta columna resultaría insuficiente para reseñar el alud de errores imperdonables cometidos en el periodismo actual. En razón de lo anterior, la redacción de noticias y comentarios, saturada de tecnicismos e inadecuadas expresiones derivadas del pobre léxico burocrático y del ridículo lenguaje politiquero, dificulta la interpretación correcta del discurrir noticioso, en virtud de los diferentes niveles de escolaridad representados en el público lector o en la audiencia radial o televisiva.
Otra vez a Diana “La cazadora” y al “Santo Chavista”
En nuestro país, el lenguaje materno ha perdido calidad en los últimos años. Creo que en gran parte se debe al poco interés que se le asigna en los currículos oficiales, lo mismo que a las normas ortográficas, para no referirnos a materias como la urbanidad y la cívica, que junto con el estudio de la lengua, constituyen la identidad nacional.
En opinión del académico Luís Duque Gómez, “el lenguaje es vehiculo cambiante de la expresión social y cultural de los pueblos.” Ello significa que debe estar en permanente evolución.
Sin embargo, quienes otrora hablábamos el mejor español de América, hemos permitido la escandalosa intromisión de un “léxico basura” incomprensible, imperdonable, que se fortalece día a día, con la sorprendente anuencia de los medios de comunicación social, obligados, paradójicamente, a velar por el buen uso del lenguaje.
La contradicción aludida, origina mi respetuoso reclamo a periodistas, comunicadores, publicista y profesionales afines, que parecen empeñados en acabar con nuestro idioma.
Es frecuente que las despampanantes ‘chicas de la prensa’ utilicen expresiones como “me regala su teléfono”, “me regala su dirección”, “me regala un minuto”, “le robo una llamada”, “le robo su esfero”… A su vez, una patética manada de vergonzosos locutores, pide con particular estridencia a las empleadas del servicio que les llama, “mamita, dime que estás cocinando y regálame tu nombre”. ¡Qué maravilla!
Si nos atenemos a esa singular manera de expresarnos, no somos más que una asquerosa catajarria de “pedigüeños” y “ladrones de siete suelas”. ¡Qué fea costumbre tan entronizada en el lenguaje cotidiano de comunicadores y funcionarios de toda índole!...
Pero el asunto no para ahí. Los comunicadores han adoptado expresiones sacadas de los lamentables boletines de prensa de algunas entidades, que insólitamente, resuelven todo con la simple adición de sufijos y prefijos a palabras ya conocidas: “desenergizar”, “repensar”, “concretizar”… Por la vía del facilismo, se obstinan en usar dos palabras separadas por un guión, para sugerir ideas de precisión: Didacto-pedagógico; pragmato-tecnocrático… ¿A quién pretenden impresionar?
Los redactores de noticias de policía, cambian los artículos por los posesivos: “El victimario le propinó dos balazos a su víctima, que le ingresaron uno en su pierna derecha, y otro en su cuello”… ¡Qué barbaridad! Es como si el paciente le dijera al odontólogo: “Vengo a sacarme mi muela”, y el doctor le responde: “Siéntese y abra su boca”…
En fin… esta columna resultaría insuficiente para reseñar el alud de errores imperdonables cometidos en el periodismo actual. En razón de lo anterior, la redacción de noticias y comentarios, saturada de tecnicismos e inadecuadas expresiones derivadas del pobre léxico burocrático y del ridículo lenguaje politiquero, dificulta la interpretación correcta del discurrir noticioso, en virtud de los diferentes niveles de escolaridad representados en el público lector o en la audiencia radial o televisiva.
Las siguientes perlitas son una pequeña muestra de la tóxica incidencia planteada: posicionamiento, sobredimensionamiento, valoración positiva, al interior, parámetro; contexto, tema, implementación, paradigma, modelo de financiación autonómica, techo presupuestal, desarrollo sostenible, proyectos productivos, priorizaciones, situación coyuntural… et sic de coeteris.
Este nuevo vocabulario,- por llamarlo de alguna manera- no describe nada, no dice nada… Sólo es útil para descrestar incautos. Aún admitiendo que nuestro idioma evoluciona como organismo vivo que es, y que las nuevas realidades de la vida requieren nuevos nombres, nuevos adjetivos y nuevos verbos, no es menos cierto que tales expresiones y vocablos deberíamos buscarlas en otras instancias, y nó en el enmarañado lenguaje de los políticos, o en el horroroso vocabulario de los tecnócratas.
Ustedes, señores periodistas, son dueños del poder de la palabra… Es imprescindible utilizarlo de manera correcta y eficaz.
Este nuevo vocabulario,- por llamarlo de alguna manera- no describe nada, no dice nada… Sólo es útil para descrestar incautos. Aún admitiendo que nuestro idioma evoluciona como organismo vivo que es, y que las nuevas realidades de la vida requieren nuevos nombres, nuevos adjetivos y nuevos verbos, no es menos cierto que tales expresiones y vocablos deberíamos buscarlas en otras instancias, y nó en el enmarañado lenguaje de los políticos, o en el horroroso vocabulario de los tecnócratas.
Ustedes, señores periodistas, son dueños del poder de la palabra… Es imprescindible utilizarlo de manera correcta y eficaz.
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