martes, 27 de mayo de 2008

‘Los campaneros’: Alguna vez fueron grandes comunicadores…


Semillero de Periodistas ‘Álvaro Cepeda Samudio’

Durante siglos, la iglesia se valió de la campana y de sus expertos tocadores, como los instrumentos adecuados para llamar al pueblo a lo sagrado, en razón del fácil esparcimiento de su sonido, capaz de vencer las barreras de la lengua y los estorbos de la distancia.

Así, las campanas constituían, de acuerdo con el nivel de desarrollo tecnológico de su tiempo, uno de los medios de comunicación a distancia más eficaces. Existían otros, de gran rapidez de difusión, como los sistemas de fogatas, por ejemplo, cuya señal luminosa recorría cada noche las torres de vigía de las costas, previniendo la llegada de piratas.

Pero los toques de campanas tenían una gran ventaja respecto de cualquier otro medio, ventaja que aún hoy les hace insuperables en algunos casos: no era preciso estar atento, mirando hacia la torre que emitía mensajes mediante destellos de colores, de sus fogatas o de sus banderas. Las campanas, a través de sus distintas combinaciones sonoras, llegaban instantáneamente a toda la comunidad.
No había que comprar ningún impreso; tampoco era preciso el empleo de ningún aparato. En el mismo momento toda la comunidad recibía informaciones de interés para el grupo. Las campanas se construían pensando en el alcance de sus sonidos, es decir, intentando superar los límites comunitarios, con lo que cumplían un doble fin: informar a toda la comunidad, llegando hasta sus límites, y superar esos límites, para recordar a los grupos vecinos la grandeza del propio.
En cuanto al campanero, durante muchos años hubo una doble y contradictoria visión de su trabajo, desde el punto de vista de quienes le encargaban la misión de anunciar y transmitir información. Por un lado, el campanero era miembro de los más bajos estratos de la sociedad, y por otro, era férreamente controlado para producir y transmitir los mensajes requeridos según las circunstancias y necesidades de la comunidad.
Quiero decir con todo esto que los toques de campanas eran realmente complicados, que debían ser interpretados de manera muy rígida, puesto que estaban enviando información de manera abstracta, convencional, de modo que cualquier cambio en el ritmo o en la combinación de campanas, podía alterar el mensaje o volverlo incomprensible. Sin embargo, su exigente y controlado trabajo, era considerado como sencillo, al alcance de cualquiera.
En los años sesenta ocurre un curioso y lamentable fenómeno: Los campaneros, rurales y urbanos, son sustituidos por motores. En algunos casos, sobre todo en los pueblos, se agudiza la emigración y el despoblamiento de los pequeños núcleos. En las ciudades, cuya población sigue creciendo, los campaneros se convierten en una exótica especie en vía de extinción.
Los nostálgicos campaneros comenzaron a desaparecer. Se impuso la necesidad del motor, que marcha con un pulsador y desde entonces las campanas ruedan monótonas, sin alma ni vibración y sin posibilidad de encadenarse en la armonía de unas combinaciones que antaño, convertían las torres de las iglesias en sitios de cotidianos conciertos...

Con la electrificación de las campanas se fueron los buenos campaneros, y significó también, la frustración de nuevas generaciones de personas dedicadas a este digno y noble oficio. Vale anotar, que tradicionalmente las casas quedaban al nivel de la iglesia y la torre se erguía por encima, facilitando la difusión de los sonidos y la identificación de los mensajes.

Ya no hace falta que nadie suba a lo alto del campanario, salvo en caso de emergencia, falta de energía eléctrica, por ejemplo. Ya no hacen falta cuerdas. Ya no hace falta aquel salto en el aire, apoyando los pies en la pared, para vencer con el peso del cuerpo el peso muerto de las campanas. Ya no hace falta: las campanas han sido electrificadas...

Todo va actualizándose. Las costumbres cambian. Son otras las necesidades. La industria y el campo se ponen al día, y por tanto, la Iglesia también. La técnica alcanza superiores niveles; la cultura y el arte son fundamentales en la vida humana; son mayores las aspiraciones, más altas las metas...El tiempo barre muchas cosas… se llevó a las campanas y a los campaneros, es decir, a medios de comunicación y a valiosos comunicadores por antonomasia…

La verdad es que la ausencia de los hermosos toques de campanas, en mañanas y tardes pueblerinas, llevando múltiples mensajes, códigos musicales que la comunidad interpretaba a la perfección, no afectan sólo a la comunidad religiosa: Aquellas melodías, compartidas durante siglos, no debieron ser sustituidas sin un razonamiento previo, sin una reflexión colectiva, por métodos electrificados que esparcen ritmos empobrecidos, sin el alma y la vibración que los campaneros les imprimían…

miércoles, 21 de mayo de 2008

La televisión: Creadora de una lánguida ‘sociedad solitaria’…


Semillero de Periodistas “Álvaro Cepeda Samudio”

Algunos temas se vuelven repetitivos en el tratamiento periodístico. Uno de ellos es el bajo nivel de lectura de los colombianos, especialmente, en el sector juvenil. Pero en nuestro sentir, no señalan al principal responsable de la vergonzosa circunstancia: ‘La televisión’.

La ‘caja mágica’ o ‘caja boba’, es la primera escuela del niño. Es una escuela divertida, sin castigos, sin tareas, en contraste con la aburrida escuela de las clases diarias. A esta escuela inicial, el infante dedica horas y horas, incluso antes de aprender a leer y a escribir.

Miles de padres abandonan a sus hijos frente al televisor, otorgándole a la ‘cajita endiablada’, -como también la llaman algunos teóricos de la comunicación- las funciones de niñera. De esta manera, la televisión condiciona, ‘educa’, aconseja, forma y define los rasgos espirituales, morales y sociales del ‘pequeño angelito’.

Es frecuente escuchar de algunos padres, exclamaciones de orgullo, porque su hijo, de sólo tres años, ‘es tan inteligente que habla como grande’. Este aparente motivo de exaltación, en realidad, debería ser causa de alarma: Algo no anda bien…

El niño es una esponja que absorbe todo lo que muestra la parafernálica televisión. De modo que la abrumadora cantidad de disímiles programas, -comics, telenovelas, videos musicales de contenido violento y/o sexual- o la variedad de ofertas que encuentra en la televisión por cable, introduce en el niño un lenguaje y un comportamiento que lo alejan rápidamente de su naturaleza infantil. Por eso ‘habla como grande’… Pero tal condición no lo hace más inteligente…

Ahora que la silla de ruedas está a punto de volverme teleadicto, en mi sentir, el gran peligro de la televisión, radica en que la tal cajita nos vuelve esclavos de la apreciación de imágenes, de manera que reduce y empobrece notablemente la capacidad de comprensión de lectura. Es la incontrovertible primacía de la imagen sobre el texto.

Así las cosas, la televisión no obliga al niño a pensar; sólo tiene que dejarse llevar por llamativas y truculentas imágenes que estimulan sensaciones, mientras su cerebro permanece ocioso. El funesto resultado de la situación descrita, es la ostensible incapacidad del niño para la comprensión del más elemental de los textos.

No es descabellado afirmar, que la televisión, en su lamentable papel de niñera, está formando personas aisladas, solitarias, pasivas e indiferentes. Los niños de hoy, control en mano, acostumbran a recorrer los canales del televisor que los ‘papis’ dejan a su completa disposición. Por supuesto, habituado a tal variedad, ese niño no podrá concentrarse unos minutos en la misma página de un libro cualquiera. Y por ahora, los libros vienen sin control remoto…

De forma que la televisión ha contribuido a conformar una lánguida ‘sociedad solitaria’, aunque la expresión parezca contradictoria. Y para colmo de males, la Internet duplica el problema, al transformar la particular soledad del infante, en una gigantesca y deprimente soledad, creando la ilusión del diálogo con personas distantes, en lejanos países, mientras no tiene una real y adecuada comunicación con sus padres. Simplemente, vive solitario en su propio hogar…

Los esfuerzos que se han hecho desde algunos sectores, para mejorar el contenido y modificar los horarios de las programaciones televisivas, han resultado infructuosos. “Poderoso caballero es Don Dinero”.

Frente a tal realidad, resultaría adecuada la elaboración de sencillos planes pedagógicos por parte de las altas esferas educativas, con el propósito de enseñar a los niños a ver televisión. Si no es posible evitar que dediquen tántas horas a tan estéril actividad, pues entonces que lo hagan con la debida orientación.

Sin duda, es mejor convertirlos en precoces televidentes críticos. Que sean ellos quienes discutan en torno a los programas que ven a diario. Y así, podrían elaborar textos a partir de la programación que consumen, a solicitud de los profesores, para que de alguna manera, los hombres del mañana sean capaces de diferenciar el mundo real del mundo virtual. Y lo más importante: Que adquieran un compromiso más humano con su propia realidad.

sábado, 17 de mayo de 2008

Las ‘bolitas chinas’… Puro sexo en voz baja…



Hace unos días me llamó la atención que una querida amiga, por cierto periodista, generalmente malhumorada y con cara de inyección, anduviese con un rostro resplandeciente y regalando sonrisas por doquier… No quise quedarme con las ganas de saber la razón de tan radical cambio… La verdad es que jamás esperé,- por tratarse de ella- tan sorprendente respuesta…
En un acto de absoluta sinceridad, me dijo que consciente de su permanente actitud hostil, sin aparente razón, había resuelto escuchar el consejo de una de sus primas, casquivana por demás, que sin ambages, le recomendó el uso terapéutico de las llamadas ‘bolitas chinas’, que por estas épocas, experimentan una gran difusión y gozan de aceptación general.
El secreto de su éxito radica en un precio de venta razonablemente asequible, un funcionamiento sencillo y la garantía de discreción y silencio que implica su utilización. Pero, por encima de todo, si algo ha puesto en boga las ‘bolas chinas’ de nuevo, -porque la verdad es que son casi más viejas que la agricultura- es la extraordinaria capacidad de estimulación erótica que pueden provocar en su portadora… o portador, mientras realiza sus habituales tareas domésticas o de oficina…
Presumo que todo el mudo lo sabe, pero reitero que las bolas chinas son simplemente dos bolas del tamaño de pelotas de ping pong, unidas por un cordel fino, al extremo del cual encontramos una especie de lazo que facilita su extracción. Son metálicas o de plástico duro, recubiertas de látex o silicona. La gracia del asunto es que en su interior encontramos unas bolas más pequeñas y de mayor peso que, con el movimiento, golpean las paredes y producen un efecto vibratorio muy placentero, similar a una larga masturbación.
Mis primas en Plato, ingeniosas y sinvergüenzas por supuesto, han encontrado la forma de montar una microempresa para la fabricación de tales artefactos, utilizando la bolita que viene en el interior del ‘mouse’ de los ordenadores. Es un auténtico reciclaje industrial con sagrados fines eróticos, que comienzan a ser conocidas como ‘bolitas plateñas’… de gran aceptación en el área de influencia del próspero municipio…
Su empleo es básicamente vaginal, aunque también las hay anales, y ya es posible encontrarlas con vibración incorporada. Propongo que a mis primas se les haga un reconocimiento oficial, por su innegable labor ambientalista y se les considere ejemplo para la sociedad presente y futura.
A pesar de su denominación, parece que las primeras usuarias de las bolas chinas fueron las geishas japonesas. En la actualidad, son muchas las mujeres que sustituyen el éxtasis contemplativo por la realización de cualquier tipo de actividad diaria con las bolas puestas, desde dirigir un consejo de administración, hasta pasear al perro o ir de compras al supermercado… En cualquier caso las invade una incuestionable felicidad.
Confesaba mi amiga haber pasado grandes momentos de excitación en público, sin que nadie se enterara… Eso cree ella. Me pareció que su amplia sonrisa y evidente buen genio, resultaban muy significativos…
Además de esta finalidad lúdica y eróticamente privada, las bolas chinas tienen una función dilatadora y preparatoria antes de las relaciones sexuales. O sea, que no sólo pueden emplearse con fines masturbatorios, sino que su uso favorece y mejora el coito ya que las vibraciones internas cumplen la invaluable función de calentar ‘motores’, aumentando la lubricación natural de las paredes vaginales.
Dicen mis primas, - a mí no me lo crean- que el empleo constante de las bolitas, refuerza y fortalece el suelo pélvico y los músculos internos de la vagina en todas aquellas que sufren de incontinencia urinaria o que han sido madres recientemente.
Mis primas queridas las venden a $50.000… Según el lema publicitario que ellas mismas crearon, ‘50 barras de felicidad permanente’…

sábado, 10 de mayo de 2008

Un vínculo indisoluble y sempiterno: Sexo bueno y Comunicación Social…


En el mundo secular y moderno que nos ha tocado vivir, es absolutamente imperdonable que las relaciones sexuales se programen a partir de las pautas y clichés de la cultura de masas. Aun así, cada lengua, cada pareja o individuo, fragua dialectos particulares de deseo y placer, cuya gramática, prácticamente inexplorada, revelaría parcelas ocultas del comportamiento humano o de un recóndito núcleo del Yo.
¿Cómo es, por ejemplo, la vida sexual de un sordomudo? ¿Bajo qué estímulos y con qué ritmo él o ella se masturban? ¿Cómo sienten los sordomudos la libido y el orgasmo? Sería extremadamente arduo obtener evidencia confiable. No hay investigaciones serias al respecto. No obstante, el asunto es de primordial importancia, pues lleva a un primer plano desconcertante, el tema decisivo de la estructura semántica de la sexualidad y sus dinámicas lingüísticas.
El sexo es hablado y oído, en voz alta o en voz baja, externa o internamente, antes, durante y después de la relación. Un polvo silencioso es un huevo sin sal. En el inagotable tema de la sexualidad, el proceso comunicativo adquiere enorme importancia. La retórica del deseo es una categoría del discurso, que favorece la generación neurofisiológica del habla y del acto sexual, íntimamente relacionados y comprometidos.
Se supone que el habla es, al tiempo, universal y privada, colectiva e individual. Todos echamos mano en forma automática del almacén preexistente y disponible de palabras y estructuras gramaticales. Nos movemos dentro del diccionario y la gramática de lo posible. Elaboramos nuestro idioma en relación proporcional con nuestras capacidades mentales, medio social, escolaridad, situación geográfica y herencia histórica.
Pero aun cohabitando en el mismo medio étnico, económico y social, todos los seres humanos, desde el más imbécil hasta el más rico en vocabulario, desarrollan un compendio de medios sintácticos y léxicos particulares. Apodos, asociaciones fonéticas y algunas referencias encubiertas, subrayan tales singularidades.
En este aspecto es obligatorio reconocerles a las coyas, o bandidas, o rameras, o meretrices, o damiselas, o casquivanas, o prostitutas, o trabajadoras sexuales, o sexi servidoras- o llámelas como quiera que al fin y al cabo todas son putas- el admirable intento de desarrollar un amplio código que les permita el entendimiento satisfactorio en todos los sentidos, con la totalidad de sus lujuriosos parroquianos interesados en sus indispensables servicios, sin importar la heterogeneidad de la clientela.
El intento es loable y válido. Ellas están dispuestas a perseverar, máxime cuando han percibido la importancia que tiene tan libidinoso gremio en la sociedad actual, carente de lúdicas llenas de placer, huérfana de las emociones que ellas trasmiten, incluso a partir del primer contacto con cualquier cliente potencial.
¿Negarán algunos de mis mamasantos lectores, por puritanos que sean, que alguna vez arreglaron un polvo con unas de estas bandidas pintarrajeadas, de estrambótica pinta y polvos apresurados? Sería tánto cómo negar a las madres…
Hay música extraña y sonoridad incomprendida en el final de una relación sexual. Los sonidos que acompañan al orgasmo, situados con frecuencia en el umbral de la verbalización, son incoherentes, inentendibles, como si reverberaran la prehistoria del lenguaje…Pero… ‘no coma de cuento’… Vibrantes finales de aparentes buenos polvos, con frecuencia están llenos de la más desesperante y brutal poética de la hipocresía…
Hay mentiras e hiperbólicos engaños en medio del frenesí de las aparentes contracciones que acompañan a tan sagrados momentos… La historia de la humanidad demuestra que las mujeres, en cualquier nivel, aprenden más rápido. Pero también es cierto que la falsedad acaba con todo… Así terminaron con la cándida sinceridad del hombre, que hasta épocas recientes, ante el impajaritable desenlace del orgasmo, todavía entraba en convulsivos trances, que por su autenticidad, simulaban episodios de una tremulante epilepsia., mientras la amiga ramera, aguaitaba con burla contenida aquel carnestoléndico espectáculo… Ya tenía el tema preciso para la próxima tertulia con sus amigas y primas…
Es fácil intuir que durante la masturbación, la palabra y la imagen están más vinculadas, más “dialécticamente” potenciadas que en ningún otro proceso comunicativo humano. La importancia de ‘la paja’, como modelo de este particular episodio comunicativo, de tan singular y tremulante monólogo, es incuestionable… No podrá negarse el estrecho vínculo entre la Comunicación Social y la ‘paja’, ejemplo insuperable de un pintoresco, ardoroso y práctico modelo de comunicación, llamado por algunos ‘mamadores de gallo’, el vacile del ‘yo con yo’…
Es claro que la imagen se despliega por sí sola dentro del sonido. En consecuencia, la masturbación tiene su ‘gramática muda’. No obstante, dentro de sus secretos, en las profundidades de lo íntimo, factores públicos comienzan a ejercer una avasallante influencia… La fraseología erótica y sexual de los medios, la jerga amorosa del cine y la televisión, la declamación torrencial de la publicidad y el mercado de masas, estilizan y unifican nocivamente el ritmo, la velocidad, y los componentes discursivos de miles y miles de parejas.
En la sociedad actual, invadida de corrosiva pornografía y por cotidianos sucesos que involucran a íconos mundiales del cine, la televisión y la música, protagonistas lamentables e indignantes ejemplos de comportamientos inmorales e inadecuados, la mayoría de jóvenes “programa” sus relaciones sexuales, consciente o inconscientemente, conforme a líneas semióticas prefabricadas.
Lo que debería ser el encuentro humano más espontáneo y anárquico, más individualmente exploratorio e inventivo, es en cambio, vergonzosamente ceñido a un edulcorado guión, en proporción mucho más amplia de lo que se piensa. ¡Coño! Esta catajarria de sinvergüenzas de hoy, no son originales ni para echar un polvo…
Además, los improvisados ‘pajizos’ de la denominada ‘sociedad global’, están perratendo el bíblico y funcional diseño de ‘la paja’, sin duda, la más oportuna y económica alternativa para el desfogue sexual de hombres y mujeres. Es inaplazable emprender una gigante campaña, destinada a que la práctica milenaria de la humilde e irremplazable ‘paja’, consagrada como ‘Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad’, desde los tiempos gloriosos del ‘Arca de Noé’, recupere su condición de ritual majestuoso y salvador.
Lo que falta es una fenomenología metódica, histórica y sicológicamente responsable del apasionante juego entre la sexualidad y las palabras, entre la libido y la enunciación. ¿Es o nó pura Comunicación Interpersonal? Es decir, ¿Comunicación Social?...
El tema da para mucho. Sería bueno intentar establecer, por ejemplo, si las Comunicadoras Socales, en materia de amor y sexo, tienen alguna considerable ventaja ante quienes no ejercen tal profesión… Podría ser un valioso ‘handicap’…
De igual forma, resultaría conveniente determinar un diagnóstico claro sobre el amor y el sexo, efectuado en parejas de distintas lenguas. No olvidemos que algunos términos coloquiales, inventados por verdaderos y audaces ‘piratas del amor’ y reconocidos ‘cabrones legendarios’ en uso de buen retiro, soltados en el tiempo ideal, entregan a la relación íntima un ímpetu indescriptible, que vigoriza y refresca el apasionado momento.
En medio de los diferentes tópicos y aristas desarrollados en el tema planteado, -.la urgencia de establecer oficialmente una gramática independiente para la práctica sexual-.resulta evidente, taxativo y categórico, que el amor pocas veces se hace en silencio… ni siquiera cuando se practica en esperanto…
Por último, y solo para complacer una curiosidad… ¿Alguien sabe qué brillante filólogo o respetable académico tuvo la ‘genial idea’ de acuñar la expresión ‘hacer el amor’, en un intento desesperado por sacar del camino a vehementes y exitosas sugerencias como ‘tener sexo’ o ‘echar un polvo’? ¿De dónde proviene este vil y cobarde atentado contra el cálido lenguaje del pueblo?.... ¡Coño!... ¡Qué inconsecuencia!...
Es otra muestra estéril de la academicista tendencia actual, que busca reemplazos para vocablos y expresiones clavados en el sentir popular, y que por cierto, explican de forma ingenua y transparente, la visión primaria de humildes sectores sobre distintos aspectos económicos y políticos de las cínicas sociedades de hoy.
Entre otras cosas, engominados señores y emperifolladas damas de pudorosos léxicos… ¿A qué idiota se le ocurriría pensar en el amor mientras ‘echa un polvo’?...

viernes, 9 de mayo de 2008

Estas líneas no pueden ser para otra… Sólo para ti…

Eres especial. Definitivamente especial. Debo reconocerlo. ¿Cuántas veces he llegado en ‘temple’ o tambaleante ante ti, para terminar rendido y manso entre tus brazos? ¿Cómo podría definirte de manera plena? ¿Tal vez llamándote ‘alcahueta’?

Me has visto llorar y reír. Me has visto sobrio y me conoces borracho. Has sabido primero que todos de mis muchos fracasos y mis pocos triunfos. Nunca, nunca jamás te he escuchado un reproche. Me reconforta la sensación indescriptible de tenerte a mi lado. Y cuando no estás, te echo de menos. Has sido paciente y has estado dispuesta a complacer en silencio mis caprichos, incluso, sólo para la terca realización de impensables peripecias sexuales. ¡Gracias picarona! Hay días en los que no imaginas cuánto te extraño, aunque no te lo diga.

Siempre que te necesito estás ahí. No me fallas nunca… A propósito… Es hora de confesiones, nena querida… Forzado por las circunstancias, te he traicionado… No hemos podido estar juntos todas las noches… y bueno… tú sabes… entre la fatiga y el deseo, me sentí atraído por otras, y aunque quise evitarlo, no pude…

Dirás que soy traidor y malnacido. Pero como dicen mis primas plateñas, “la carne es débil”… y te fallé. Claro que yo nunca te he jurado fidelidad absoluta y eterna… Tampoco he pedido que me seas fiel para toda la vida. De hecho, yo también he sabido de algunos de tus deslices. Y jamás he reclamado. He comprendido que en estos casos, también fuiste empujada por las circunstancias del momento. Y tú te has dejado hacer, te has dejado llevar, te has dejado... usar.

Suena feo pero así es. Uno que otro ha llegado a casa y se ha metido contigo en la cama. Así que, por ese lado, yo diría que estamos empatados. Pero hoy, reflexionando, me he dado cuenta que tú siempre me has dado más que yo a ti. Admito que he sido egoísta. He ido por la vida sin darme cuenta de las cosas buenas que están a mi alrededor sin valorarlas adecuadamente.

Una joven mujer, que conquistó mi corazón apenas conocerla, ya me lo hizo ver: dijo que en ocasiones no sabemos valorar las oportunidades ni ver las cosa buenas que hay en derredor nuestro… hasta perderlas… A ella también la perdí… Cuando quise apreciarla, era demasiado tarde…

Espero no pase lo mismo contigo… Ahora que te veo, tranquila y en silencio, déjame abrazarte… déjame estar pegado a ti, en un abrazo indecible… casi perpetuo… Aprovecharé el momento para decir, públicamente, que te quiero mucho, almohada mía… almohada de mis sueños y mis intimidades…