martes, 4 de marzo de 2008

El vacío ético de nuestra sociedad

Uno de los caminos para abordar el conocimiento de una sociedad en conflicto como la nuestra, es ocuparse de algunas relaciones inherentes al niño y su violencia circundante, no sólo pensando en las secuelas que puede dejar en ellos, sin también porque lo ocurrido con los niños en una sociedad, es un buen indicador de lo que pasa en la sociedad misma.

Acercarse al problema implica varios aspectos: Se presenta como un asunto que conmueve, que supone una postura en dirección del bienestar del niño, y por ende, del bienestar del hombre. Otra consideración es que los hechos traumáticos, -por llamarlos de alguna manera- suceden con mucha rapidez. La ‘sin razón’ siempre camina con mayor prisa que la razón.

La falta de análisis del problema de la niñez que deambula por las calles, -por diversas razones- conduce a los lugares comunes, a las explicaciones facilistas, y en consecuencia, aparecen estereotipadas alternativas de solución, alejadas de la realidad, que pretenden controlar o apenas transformar lo establecido.

Hay un hecho indiscutible y desafortunado: En todas las épocas y en diferentes sociedades, ha existido un trato injusto para los niños. Así lo demuestra el fenómeno de los niños deportados durante la Segunda Guerra Mundial, y la masacre de niños ordenada por el emperador Bocassa, para sólo citar dos ejemplos.

En el particular caso colombiano, valdría la pena revisar qué modelos estamos proponiendo al niño. Lo cierto es que la expresión más contundente del vacío ético de nuestra nación, radica en que la sociedad está generando un ambiente de destrucción intencional de las personas, impidiendo que germinen, crezcan y se expandan principios éticos, valores morales y condiciones materiales, a fin de que la vida con dignidad sea posible para todos.

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