Hoy, bien temprano, ‘boté la piedra’… ¿o acaso la ‘voté’…? A quienes no somos comunicadores sociales profesionales, tecnólogos o técnicos, ni periodistas profesionalizados ni nada parecido; a quienes nunca hemos sucumbido ante la avalancha vergonzosa de Seminarios, Diplomados, Postgrados, Especializaciones, y toda esa amplia gama de mercachifles procedimientos pedagógicos, ofrecidos en el casi delincuencial ámbito de Internet; a quienes jamás hemos pasado por ‘la Academia’, ni siquiera a bordo de un taxi; a quienes no somos más que anónimos y fervorosos lectores, ávidos de información bien presentada, la recurrencia de crasos y elementales errores, -por eso imperdonables- en los medios de comunicación, nos afecta de manera visceral y considerable. Es por eso que hoy, ‘tengo la piedra afuera’…
Bien conocida es mi vinculación sentimental con EL INFORMADOR, un diario que por su tradición democrática y su innegable y positiva labor en pro del bienestar departamental, merece el respeto y la admiración de los magdalenenses, más allá de las perniciosas diferencias políticas y de las disímiles versiones en torno a múltiples temas. Así que… ‘entre más amistad, más claridad’…
El último vacile de Currimbi
¡Yo tampoco quería que te fueras, querido Currimbi!… Y lo lamento más ahora, porque el obituario que consignaba tu partida, en este diario, significó también la referencia necrológica y arbitraria de la Ortografía, absurdamente sepultada por un descuido inexcusable, que ante la falta de responsable aparente, debe ser asumido y compartido por la empresa editorial y los profesionales de la comunicación a ella vinculados.…
Sin duda, la intención periodística era buena. El título, apropiado, oportuno y sonoro, sugerente de una comprensible carga emocional, típica de una región como la nuestra, pletórica de sentimiento caribe, en donde todos, -unos más, otros menos- vivimos impregnados de salsa y vallenato, en un goce indescriptible del más puro ‘vacile’ existencialista… ¿Cierto mi llave?...
En mi sentir, ‘el último adiós a Currimbi’, además de emocionado y efusivo, indeleble y doloroso, debió ser también, ‘ortográficamente correcto’… pero ‘la embarraron’… Mis entrañables amigos de EL INFORMADOR, la ‘embarraron bien embarrada’…
Por tanto, no resisto las ganas de recordarles la existencia de algunas palabras, llamadas ‘homófonas’, de similar sonido, pero de escritura y semántica diferentes, entre ellas, ‘vaya’, ‘valla’ y ‘baya’… Debo, además, invitarlos a emplear los diversos signos creados para satisfacer las innumerables necesidades lingüísticas encontradas a cada paso. Retitulemos la nota que origina mi sincero lamento: ¡Ay Currimbi!... ¡No te vayas!...
Si por acá llueve… por allá no escampa…
Pero si este monumental descalabro idiomático ocurrió por los lados de EL INFORMADOR, ‘la metida de pata del vecino de patio’, HOY DIARIO DEL MAGDALENA, no es menos escandalosa.
Bien conocida es mi vinculación sentimental con EL INFORMADOR, un diario que por su tradición democrática y su innegable y positiva labor en pro del bienestar departamental, merece el respeto y la admiración de los magdalenenses, más allá de las perniciosas diferencias políticas y de las disímiles versiones en torno a múltiples temas. Así que… ‘entre más amistad, más claridad’…
El último vacile de Currimbi
¡Yo tampoco quería que te fueras, querido Currimbi!… Y lo lamento más ahora, porque el obituario que consignaba tu partida, en este diario, significó también la referencia necrológica y arbitraria de la Ortografía, absurdamente sepultada por un descuido inexcusable, que ante la falta de responsable aparente, debe ser asumido y compartido por la empresa editorial y los profesionales de la comunicación a ella vinculados.…
Sin duda, la intención periodística era buena. El título, apropiado, oportuno y sonoro, sugerente de una comprensible carga emocional, típica de una región como la nuestra, pletórica de sentimiento caribe, en donde todos, -unos más, otros menos- vivimos impregnados de salsa y vallenato, en un goce indescriptible del más puro ‘vacile’ existencialista… ¿Cierto mi llave?...
En mi sentir, ‘el último adiós a Currimbi’, además de emocionado y efusivo, indeleble y doloroso, debió ser también, ‘ortográficamente correcto’… pero ‘la embarraron’… Mis entrañables amigos de EL INFORMADOR, la ‘embarraron bien embarrada’…
Por tanto, no resisto las ganas de recordarles la existencia de algunas palabras, llamadas ‘homófonas’, de similar sonido, pero de escritura y semántica diferentes, entre ellas, ‘vaya’, ‘valla’ y ‘baya’… Debo, además, invitarlos a emplear los diversos signos creados para satisfacer las innumerables necesidades lingüísticas encontradas a cada paso. Retitulemos la nota que origina mi sincero lamento: ¡Ay Currimbi!... ¡No te vayas!...
Si por acá llueve… por allá no escampa…
Pero si este monumental descalabro idiomático ocurrió por los lados de EL INFORMADOR, ‘la metida de pata del vecino de patio’, HOY DIARIO DEL MAGDALENA, no es menos escandalosa.
Para correctores y redactores del importante medio, es válido también el repaso anterior sobre palabras homófonas, y específicamente, ‘hay’, ‘ahí’, ‘ay’… El también desconocido autor de la nota, debió escribir: ¡Ay Currimbi… no te vayas!...
Resulta inconcebible confundir una elemental inflexión del verbo 'haber', con una expresión también elemental, que acompañada de los signos pertinentes, podría sugerir ‘dolor’, ‘alegría’ u otras sensaciones derivadas del respectivo contexto.
El dinámico y funcional desarrollo de la comunicación actual, respondiendo plenamente a lo vaticinado por McLujan, ha institucionalizado la figura del ‘Defensor’ en los distintos medios, con la sabia intención de reducir el irrespeto frecuente de comunicadores y columnistas, al desprevenido usuario. Mientras la quijotesca figura aparece por estos lares… ¿Quién podrá defendernos?... Los lectores somos ‘muertos sin dolientes’…
¿Ajá y entonces? En los casos referidos… ¿quién tuvo la culpa? Sin duda, ‘el tubo tuvo la culpa’…
Resulta inconcebible confundir una elemental inflexión del verbo 'haber', con una expresión también elemental, que acompañada de los signos pertinentes, podría sugerir ‘dolor’, ‘alegría’ u otras sensaciones derivadas del respectivo contexto.
El dinámico y funcional desarrollo de la comunicación actual, respondiendo plenamente a lo vaticinado por McLujan, ha institucionalizado la figura del ‘Defensor’ en los distintos medios, con la sabia intención de reducir el irrespeto frecuente de comunicadores y columnistas, al desprevenido usuario. Mientras la quijotesca figura aparece por estos lares… ¿Quién podrá defendernos?... Los lectores somos ‘muertos sin dolientes’…
¿Ajá y entonces? En los casos referidos… ¿quién tuvo la culpa? Sin duda, ‘el tubo tuvo la culpa’…