sábado, 17 de mayo de 2008

Las ‘bolitas chinas’… Puro sexo en voz baja…



Hace unos días me llamó la atención que una querida amiga, por cierto periodista, generalmente malhumorada y con cara de inyección, anduviese con un rostro resplandeciente y regalando sonrisas por doquier… No quise quedarme con las ganas de saber la razón de tan radical cambio… La verdad es que jamás esperé,- por tratarse de ella- tan sorprendente respuesta…
En un acto de absoluta sinceridad, me dijo que consciente de su permanente actitud hostil, sin aparente razón, había resuelto escuchar el consejo de una de sus primas, casquivana por demás, que sin ambages, le recomendó el uso terapéutico de las llamadas ‘bolitas chinas’, que por estas épocas, experimentan una gran difusión y gozan de aceptación general.
El secreto de su éxito radica en un precio de venta razonablemente asequible, un funcionamiento sencillo y la garantía de discreción y silencio que implica su utilización. Pero, por encima de todo, si algo ha puesto en boga las ‘bolas chinas’ de nuevo, -porque la verdad es que son casi más viejas que la agricultura- es la extraordinaria capacidad de estimulación erótica que pueden provocar en su portadora… o portador, mientras realiza sus habituales tareas domésticas o de oficina…
Presumo que todo el mudo lo sabe, pero reitero que las bolas chinas son simplemente dos bolas del tamaño de pelotas de ping pong, unidas por un cordel fino, al extremo del cual encontramos una especie de lazo que facilita su extracción. Son metálicas o de plástico duro, recubiertas de látex o silicona. La gracia del asunto es que en su interior encontramos unas bolas más pequeñas y de mayor peso que, con el movimiento, golpean las paredes y producen un efecto vibratorio muy placentero, similar a una larga masturbación.
Mis primas en Plato, ingeniosas y sinvergüenzas por supuesto, han encontrado la forma de montar una microempresa para la fabricación de tales artefactos, utilizando la bolita que viene en el interior del ‘mouse’ de los ordenadores. Es un auténtico reciclaje industrial con sagrados fines eróticos, que comienzan a ser conocidas como ‘bolitas plateñas’… de gran aceptación en el área de influencia del próspero municipio…
Su empleo es básicamente vaginal, aunque también las hay anales, y ya es posible encontrarlas con vibración incorporada. Propongo que a mis primas se les haga un reconocimiento oficial, por su innegable labor ambientalista y se les considere ejemplo para la sociedad presente y futura.
A pesar de su denominación, parece que las primeras usuarias de las bolas chinas fueron las geishas japonesas. En la actualidad, son muchas las mujeres que sustituyen el éxtasis contemplativo por la realización de cualquier tipo de actividad diaria con las bolas puestas, desde dirigir un consejo de administración, hasta pasear al perro o ir de compras al supermercado… En cualquier caso las invade una incuestionable felicidad.
Confesaba mi amiga haber pasado grandes momentos de excitación en público, sin que nadie se enterara… Eso cree ella. Me pareció que su amplia sonrisa y evidente buen genio, resultaban muy significativos…
Además de esta finalidad lúdica y eróticamente privada, las bolas chinas tienen una función dilatadora y preparatoria antes de las relaciones sexuales. O sea, que no sólo pueden emplearse con fines masturbatorios, sino que su uso favorece y mejora el coito ya que las vibraciones internas cumplen la invaluable función de calentar ‘motores’, aumentando la lubricación natural de las paredes vaginales.
Dicen mis primas, - a mí no me lo crean- que el empleo constante de las bolitas, refuerza y fortalece el suelo pélvico y los músculos internos de la vagina en todas aquellas que sufren de incontinencia urinaria o que han sido madres recientemente.
Mis primas queridas las venden a $50.000… Según el lema publicitario que ellas mismas crearon, ‘50 barras de felicidad permanente’…

No hay comentarios: