Semillero de periodistas ‘Álvaro Cepeda Samudio’
En el caso de la escritura de las llamadas ‘abreviaturas dobles’, no existe una doctrina clara, ni siquiera de parte de la Real Academia de la Lengua. Es frecuente que los medios de comunicación abrevien nombres propios de entidades como Fuerzas Armadas, Estados Unidos, Juegos Olímpicos, Relaciones Públicas…
Por lo antes reseñado, cada publicación lo hace como a bien lo tenga. Sin embargo, los expertos han trazado algunas reglas, cuya aplicación resulta conveniente cada vez que se usen estas abreviaturas convencionales, de nombres propios compuestos de dos palabras:
a) Se emplea sólo la inicial de cada una de las palabras (Fuerzas Armadas),
b) Se duplica para indicar el plural correspondiente,
c) Se debe utilizar el punto indicativo de abreviatura después de la duplicación.
d) Es necesario dejar un espacio en blanco después de cada uno de los componentes, como habría que dejarlo si cada palabra se hubiere escrito completa.
Así: FF. AA.
b) Se duplica para indicar el plural correspondiente,
c) Se debe utilizar el punto indicativo de abreviatura después de la duplicación.
d) Es necesario dejar un espacio en blanco después de cada uno de los componentes, como habría que dejarlo si cada palabra se hubiere escrito completa.
Así: FF. AA.
No obstante la aceptación más o menos generalizada de los principios expuestos, algunos medios y periodistas, suelen eliminar el espacio intermedio: FF.AA. Otros escriben, sistemáticamente, FF AA. Y unos terceros, utilizan con frecuencia, FFAA. Como puede verse, el factor común es la duplicación de la inicial como indicativo de plural.
Resulta un tanto inexplicable que los periódicos hayan complicado el tema, proponiendo y usando diversas alternativas para la expresión de la abreviatura señalada, porque con ello fragmentan la deseable unidad gráfica de la lengua. Como es obvio, tal disparidad de criterios ocasiona desconcierto en el usuario.
Sin embargo vale reconocer, que en general, nuestros periódicos se preocupan por el buen uso del lenguaje y el empleo adecuado de la ortografía. Consultan con filólogos, contratan asesores lingüísticos y correctores, elaboran libros normativos de estilo para sus redactores y colaboradores, y admiten y publican las quejas que sus lectores les hacen llegar, en tal materia.
Más allá de la falta de una norma clara y contundente al respecto, en casos como el tratado, intentemos seleccionar la mejor opción.
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