Semillero de periodistas ‘Álvaro Cepeda Samudio’
El tema planteado en el título siempre ha generado controversia. En mi sentir, ¿qué importa la nomenclatura y el orden?... Hagamos algunas reflexiones desde el irresistible encanto de la subjetividad.
Todo el que escribe es, potencialmente, un escritor. Por tanto, lo que escribe, es potencialmente, un texto literario. Pero los escenarios y los formatos varían: el periódico, la revista, la novela… Todos los hechos, de la vida y de la muerte, pueden ser materia de periodismo narrativo. La diferencia estriba en que el periodismo opera con verdades generales, y la literatura, en cambio, trabaja con la propia y personal verdad del escritor.
De acuerdo con el reconocido escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez, “el periodismo narrativo busca producir un proceso de identificación entre el lector y la noticia que se está contando”.
En efecto, mis queridos amigos y lectores, compañeros del Semillero, no es lo mismo escribir de manera simple y lacónica “Ayer murieron cien personas en maremoto en Taganga…”, y seguir con un relato indolente de los sucesos, que escribir, verbigracia: “Mientras José Alejandro Barros, de cinco años, jugaba con una pelota en la playa de Taganga, una ola gigante se le vino encima, matándolo junto a otras cien personas, que se divertían en las blancas arenas del paradisíaco lugar”… Entonces… ¿Literatura o periodismo?...
Siempre que se hable de este tema, es imprescindible referirnos a Truman Capote, inexplicablemente desconocido por las nuevas generaciones de periodistas, ignorando su aporte monumental en la creación del Nuevo Periodismo. “A sangre fría”, una de sus obras más conocidas, llevada al cine, es realmente un excelente reportaje sobre trágico sucesos ocurridos en Holcomb, un pueblo perdido en la extensa geografía estadounidense, al oeste de Kansas. Incluso, su primera publicación fue por capítulos, aparecidos en el diario para el que laboraba el célebre homosexual.
La doble militancia en periodismo y literatura, ha sido una práctica frecuente. Citemos, desordenadamente, a Jorge Luís Borges, José Donoso, Truman Capote, Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Ernest Hemingway, Fernando Vallejo, entre otros.
El punto de encuentro más claro y atractivo entre periodismo y literatura, es la Crónica. Sin embargo, en el periodismo local es un género poco usado, no obstante que en el plano nacional se nota un resurgimiento de tan importante alternativa. La Crónica le permite al periodista servirse de la literatura para describir los hechos de la vida real. En tales casos, ¿literatura o periodismo?
Digamos, en gracia de discusión, que el periodismo es ‘la gran fiesta’ y el periodismo es ‘el polo a tierra’. De manera inconcebible, el gran maestro español Miguel de Unamuno se atrevió a sentenciar que ‘el periodismo mata la literatura’. Por supuesto, al conocer tal opinión, le retiré mis afectos. Me limito a decir que cualquier oficio puede morir si uno lo deja morir.
Al final se me ocurre que los periodistas deberían imitar, en cierta forma, la vanidosa actitud de los escritores, pero de forma digna y ejemplar, para que nuestra ligereza no provoque más la malsana ironía de humoristas como George de la Fourchadiére, que lustros atrás, se atrevió a escribir: “En el mundo hay dos actividades que no requieren preparación alguna: la actividad de los banqueros, que juegan con el dinero de los demás, y la actividad de los periodistas, que juegan con la honra de sus conciudadanos”… ¿Qué tal esa, viejo Hugo?
El tema planteado en el título siempre ha generado controversia. En mi sentir, ¿qué importa la nomenclatura y el orden?... Hagamos algunas reflexiones desde el irresistible encanto de la subjetividad.
Todo el que escribe es, potencialmente, un escritor. Por tanto, lo que escribe, es potencialmente, un texto literario. Pero los escenarios y los formatos varían: el periódico, la revista, la novela… Todos los hechos, de la vida y de la muerte, pueden ser materia de periodismo narrativo. La diferencia estriba en que el periodismo opera con verdades generales, y la literatura, en cambio, trabaja con la propia y personal verdad del escritor.
De acuerdo con el reconocido escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez, “el periodismo narrativo busca producir un proceso de identificación entre el lector y la noticia que se está contando”.
En efecto, mis queridos amigos y lectores, compañeros del Semillero, no es lo mismo escribir de manera simple y lacónica “Ayer murieron cien personas en maremoto en Taganga…”, y seguir con un relato indolente de los sucesos, que escribir, verbigracia: “Mientras José Alejandro Barros, de cinco años, jugaba con una pelota en la playa de Taganga, una ola gigante se le vino encima, matándolo junto a otras cien personas, que se divertían en las blancas arenas del paradisíaco lugar”… Entonces… ¿Literatura o periodismo?...
Siempre que se hable de este tema, es imprescindible referirnos a Truman Capote, inexplicablemente desconocido por las nuevas generaciones de periodistas, ignorando su aporte monumental en la creación del Nuevo Periodismo. “A sangre fría”, una de sus obras más conocidas, llevada al cine, es realmente un excelente reportaje sobre trágico sucesos ocurridos en Holcomb, un pueblo perdido en la extensa geografía estadounidense, al oeste de Kansas. Incluso, su primera publicación fue por capítulos, aparecidos en el diario para el que laboraba el célebre homosexual.
La doble militancia en periodismo y literatura, ha sido una práctica frecuente. Citemos, desordenadamente, a Jorge Luís Borges, José Donoso, Truman Capote, Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Ernest Hemingway, Fernando Vallejo, entre otros.
El punto de encuentro más claro y atractivo entre periodismo y literatura, es la Crónica. Sin embargo, en el periodismo local es un género poco usado, no obstante que en el plano nacional se nota un resurgimiento de tan importante alternativa. La Crónica le permite al periodista servirse de la literatura para describir los hechos de la vida real. En tales casos, ¿literatura o periodismo?
Digamos, en gracia de discusión, que el periodismo es ‘la gran fiesta’ y el periodismo es ‘el polo a tierra’. De manera inconcebible, el gran maestro español Miguel de Unamuno se atrevió a sentenciar que ‘el periodismo mata la literatura’. Por supuesto, al conocer tal opinión, le retiré mis afectos. Me limito a decir que cualquier oficio puede morir si uno lo deja morir.
Al final se me ocurre que los periodistas deberían imitar, en cierta forma, la vanidosa actitud de los escritores, pero de forma digna y ejemplar, para que nuestra ligereza no provoque más la malsana ironía de humoristas como George de la Fourchadiére, que lustros atrás, se atrevió a escribir: “En el mundo hay dos actividades que no requieren preparación alguna: la actividad de los banqueros, que juegan con el dinero de los demás, y la actividad de los periodistas, que juegan con la honra de sus conciudadanos”… ¿Qué tal esa, viejo Hugo?
1 comentario:
que tal
soy estudiante de periodismo de la UNAM, México, estoy por terminar mi carrera y me encontré con su blog, que buenos apuntes hace, para mi es un problema el redactar periodisticamente, "ser exactos, buscar datos, agotar fuentes" eso es claro peor ya en el momento de redactar se complica la cosa pues las bases que tengo son más que anda literarias, me ha servido mucho su artículo, en horabuena
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