Esta es una de las historias de la Biblia más recordadas y discutidas. Analicemos ligeramente las diferentes teorías y especulaciones sobre tan simpático, curioso e insólito pasaje:
En primer lugar, los escépticos dicen que ninguna ballena podría tragarse a un hombre, y aunque ocurriere, el hombre no sobreviviría tres días y tres noches en su vientre, como en las declamaciones de la Santa Biblia.
Por otra parte, los cristianos liberales han intentado explicar esta circunstancia, diciendo que la historia de Jonás era sólo una alegoría y nunca como se creyó. Por tanto, jamás fue aceptada como historia real. Sin embargo, siempre que los escritores de la Biblia usaron alegorías o parábolas, u otras historias simbólicas, cualquiera que fuere el caso lo hicieron evidente en el contexto.
El libro de Jonás probablemente fue escrito como historia real. Jonás era un verdadero profeta, mencionado también en II de Reyes 14:25. Ninguno de los judíos de la antigüedad o de los cristianos primitivos, habría dudado de la autenticidad y la historicidad del libro de Jonás.
Una tercera opinión plantea que Jesucristo admitió la historia como verdadera, siendo Él supremamente cuidadoso con la palabra. (Mateo 12:40) “Así como Jonás estuvo tres días y tres noches dentro del gran pez, así yo, el hijo del hombre, estaré muerto durante tres días.”
Es claro que Cristo comparó la experiencia de Jonás con su propia muerte y resurrección, indicando la naturaleza milagrosa de ambos acontecimientos. Frente a ello, no puede negarse la factibilidad de la experiencia de Jonás. Lo contrario, significaría que Jesús habría sido engañado o pecó por ignorancia. En todo caso, sería equivalente a negar su deidad.
El soporte de este milagro, parece estar suficientemente sustentado por numerosas afirmaciones bíblicas, y doblemente confirmado por el testimonio de Cristo. Respetables todas las versiones alrededor del tema, pero en mi humilde opinión, la más verosímil tiene que ver con la quincena de Jonás. El día que desapareció le habían pagado la quincena. Jonás, que era un libidinoso parrandero, contrató a varias de sus orgiásticas amigas porteñas, y a bordo de un yatecito conocido como “Las putas y yo”, dio comienzo a la más desenfrenada orgía sexual y bacánica de que se tenga noticia en los anales de Nínive.
Tres días después, con cipote guayabo y más limpio que los huevitos del niño Dios, tirado sobre la playa, y asesorado por una de sus casquivanas acompañantes, logró concebir la macondiana historia. En mi opinión, es una carretilla “monocuca” y sensacional… Las nuevas generaciones de parranderos, deberían esforzarse por superar tan alto parámetro.
En primer lugar, los escépticos dicen que ninguna ballena podría tragarse a un hombre, y aunque ocurriere, el hombre no sobreviviría tres días y tres noches en su vientre, como en las declamaciones de la Santa Biblia.
Por otra parte, los cristianos liberales han intentado explicar esta circunstancia, diciendo que la historia de Jonás era sólo una alegoría y nunca como se creyó. Por tanto, jamás fue aceptada como historia real. Sin embargo, siempre que los escritores de la Biblia usaron alegorías o parábolas, u otras historias simbólicas, cualquiera que fuere el caso lo hicieron evidente en el contexto.
El libro de Jonás probablemente fue escrito como historia real. Jonás era un verdadero profeta, mencionado también en II de Reyes 14:25. Ninguno de los judíos de la antigüedad o de los cristianos primitivos, habría dudado de la autenticidad y la historicidad del libro de Jonás.
Una tercera opinión plantea que Jesucristo admitió la historia como verdadera, siendo Él supremamente cuidadoso con la palabra. (Mateo 12:40) “Así como Jonás estuvo tres días y tres noches dentro del gran pez, así yo, el hijo del hombre, estaré muerto durante tres días.”
Es claro que Cristo comparó la experiencia de Jonás con su propia muerte y resurrección, indicando la naturaleza milagrosa de ambos acontecimientos. Frente a ello, no puede negarse la factibilidad de la experiencia de Jonás. Lo contrario, significaría que Jesús habría sido engañado o pecó por ignorancia. En todo caso, sería equivalente a negar su deidad.
El soporte de este milagro, parece estar suficientemente sustentado por numerosas afirmaciones bíblicas, y doblemente confirmado por el testimonio de Cristo. Respetables todas las versiones alrededor del tema, pero en mi humilde opinión, la más verosímil tiene que ver con la quincena de Jonás. El día que desapareció le habían pagado la quincena. Jonás, que era un libidinoso parrandero, contrató a varias de sus orgiásticas amigas porteñas, y a bordo de un yatecito conocido como “Las putas y yo”, dio comienzo a la más desenfrenada orgía sexual y bacánica de que se tenga noticia en los anales de Nínive.
Tres días después, con cipote guayabo y más limpio que los huevitos del niño Dios, tirado sobre la playa, y asesorado por una de sus casquivanas acompañantes, logró concebir la macondiana historia. En mi opinión, es una carretilla “monocuca” y sensacional… Las nuevas generaciones de parranderos, deberían esforzarse por superar tan alto parámetro.
A pesar de la reconocida habilidad de algunos políticos, profesores y periodistas, en el privilegiado arte de la mentira en todas sus variedades… ¿alguien duda de que Jonás es el man más embustero de la historia?... Las investigaciones afirman también que resultó cienaguero…
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