Semillero de periodistas "Álvaro Cepeda Samudio"
Con frecuencia encontramos imprecisiones y desinformación en las noticias judiciales. Es lamentable que los redactores de este género, no posean un conocimiento elemental del tema que tratan diariamente. Para ello, no es menester ser abogado, ni experto en hermenéutica jurídica.
Es imperdonable que no sepan distinguir entre chantaje y extorsión, o entre delito y contravención, para sólo citar dos de las figuras penales más comunes en su cotidiano trajinar periodístico.
Si bien es cierto que las entidades penales mencionadas tienen algunos caracteres comunes, no es menos cierto que el uso indistinto de estos vocablos es un acto de irresponsabilidad. El tema se complica cuando se trata de instancias jurídicas, fallos y sentencias, casos en los que el desconocimiento es mayor.
Es deplorable también la redacción estereotipada que emplean, en muchos casos, circunscrita a la repetición textual del boletín policivo. Siempre será saludable para cualquier comunicador dedicado a la baranda judicial, un rápido vistazo a la crónica roja norteamericana de ayer y de hoy. En ella se han nutrido formidables escritores como Edgar Allan Poe y Truman Capote, que nos legaron muestras extraordinarias de su originalidad para confeccionar notas judiciales, génesis indiscutible de sus inolvidables cuentos de suspenso y misterio.
Vale recordar, que la redacción judicial colombiana, lustros atrás, era de excelente nivel, realizada por acuciosos periodistas pragmáticos con alma de sabuesos. Pero la actual, es una descomunal muestra de facilismo, característica funesta de las nuevas generaciones en los diferentes campos laborales.
El judicial es un género desaprovechado. La propia naturaleza del delito, permite al comunicador incursionar en lo humano y lo social, en lo trágico y lo patético, fortificando con ello su condición profesional.
Quienes a diario ofician como redactores de crónica roja en diferentes medios, podrían intentar un mayor desarrollo de crecimiento profesional, mediante la práctica de un periodismo con mejor trato gramatical, mayor conocimiento del tema, y en lo posible, un nuevo enfoque en la redacción del acontecer penal, literariamente atractivo, lejos de la miserable explotación comercial del dolor y de las vicisitudes ajenas.
Es imperdonable que no sepan distinguir entre chantaje y extorsión, o entre delito y contravención, para sólo citar dos de las figuras penales más comunes en su cotidiano trajinar periodístico.
Si bien es cierto que las entidades penales mencionadas tienen algunos caracteres comunes, no es menos cierto que el uso indistinto de estos vocablos es un acto de irresponsabilidad. El tema se complica cuando se trata de instancias jurídicas, fallos y sentencias, casos en los que el desconocimiento es mayor.
Es deplorable también la redacción estereotipada que emplean, en muchos casos, circunscrita a la repetición textual del boletín policivo. Siempre será saludable para cualquier comunicador dedicado a la baranda judicial, un rápido vistazo a la crónica roja norteamericana de ayer y de hoy. En ella se han nutrido formidables escritores como Edgar Allan Poe y Truman Capote, que nos legaron muestras extraordinarias de su originalidad para confeccionar notas judiciales, génesis indiscutible de sus inolvidables cuentos de suspenso y misterio.
Vale recordar, que la redacción judicial colombiana, lustros atrás, era de excelente nivel, realizada por acuciosos periodistas pragmáticos con alma de sabuesos. Pero la actual, es una descomunal muestra de facilismo, característica funesta de las nuevas generaciones en los diferentes campos laborales.
El judicial es un género desaprovechado. La propia naturaleza del delito, permite al comunicador incursionar en lo humano y lo social, en lo trágico y lo patético, fortificando con ello su condición profesional.
Quienes a diario ofician como redactores de crónica roja en diferentes medios, podrían intentar un mayor desarrollo de crecimiento profesional, mediante la práctica de un periodismo con mejor trato gramatical, mayor conocimiento del tema, y en lo posible, un nuevo enfoque en la redacción del acontecer penal, literariamente atractivo, lejos de la miserable explotación comercial del dolor y de las vicisitudes ajenas.
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