miércoles, 30 de enero de 2008

Zancadillas al idioma durante las transmisiones del fútbol

Semillero de periodistas “Álvaro Cepeda Samudio”

El español, gracias a los descuidos y excesos del periodismo deportivo, enfrenta hoy un considerable peligro. En contra de su unidad y esencia, le están haciendo un gol de tiro libre. Quienes ofician como narradores, comentaristas y cronistas de tan popular actividad, parecen olvidar la importancia que reviste el buen uso de la palabra, escrita o hablada.

¿Alguien ha tomado nota de cuántas zancadillas recibe el idioma durante las kilométricas transmisiones de fútbol, por radio o televisión? Estimo que las suficientes para enviar al español directo a un centro hospitalario. Analicemos algunas frecuentes equivocaciones, especialmente en los llamados 'cubrimientos radiales', - no importa que el Unión sucumba y agonice en la B- claro está, con la mejor intención, sin nombrar transmisiones o periodistas locales, porque entre otras cosas, todos son mis amigos. Si acaso no lo fuere alguno, debe ser por su pequeñez o por su abrumadora insignificancia.

Antes del partido

Sin que el árbitro haya decretado el inicio del partido, narradores, comentaristas y auxiliares de todas las layas, comienzan una inclemente andanada contra la lengua de Cervantes. Los encargados de “cubrir camerinos” hablan de entreno para referirse al entrenamiento y dicen que el juego ha causado gran expectación, término que si bien no es incorrecto, es preferible reemplazarlo por expectativa, buscando sonoridad y elegancia.

De igual forma, sus enredados comentarios están plagados de anglicismos inútiles, pues ya tienen sus equivalencias en español. Enumerarlos, resultaría interminable.

¡Suena el pito!

Por fin arranca el partido. Arrecian las faltas sobre los jugadores de mayor técnica, y arrecian también contra nuestro vapuleado idioma. Pronto cae un defensa, como resultado de un claro golpe propinado por un delantero. El comentarista dice: “Esperemos que el golpe no sea nada serio”. ¿Serio? Por supuesto, el comentarista ignora que tal término es un calco del inglés. La palabra correcta para el caso, es grave.

El balón sale del terreno de juego. El lateral derecho es el encargado de realizar el saque de banda. El comentarista estrella se apodera de la palabra: “Fulanito puede en un momento dado sorprender con la potencia de sus manos… meter desde allí un centro. Es un hombre que le pega duro con la mano derecha”. ¡Bárbaro!...Ni que fuera un partido de voleibol.

Más adelante, para referirse a las virtudes de uno de los equipos en contienda, uno de los mentados especialistas, expresa: “Éste es el equipo que ha recibido menos anotaciones durante el torneo. Eso nos dice una cosa: es el equipo de mejor defensa”. Perogrullo debe ser el apellido de esta lamentable clase de analistas del fútbol, convencidos de que la audiencia está integrada por imbéciles y retardados.

Y luego manifiesta: “Tal como está el partido, es posible que el técnico haga uso del nóvel jugador fulanito de tal”. La palabra correcta es novel, pronunciación aguda, sin tilde, por terminar en consonante.

Admito que reflexiones como la siguiente, causan preocupación: “Se tiene que trabajar más, porque esos balones parados nos hacen mucho daño”. ¿Balones parados? ¿Y cómo pueden hacer daño? ¿Acaso el fútbol no se juega con balón en movimiento?... Eso nos recuerda al inefable Maturana: “Sin balón, Aristizábal es el mejor jugador de América”. Y continúa el rosario de perlas: “El arquero aguantó el remate con base a una gran experiencia, con base a aguantar”… Debe ser de todos conocido, que la expresión correcta es con base en. Sin embargo, siguen cayendo en tan fastidioso error.

Escuchamos también galimatías como el siguiente: “Es un equipo con elementos importantes, pero a nivel equipo, se han quedado cortos”. ¿Qué habrá querido decir el comentarista autor de esta genialidad? Esta es otra: “El equipo local ha adolecido de pólvora”. La intención del cronista es clara: hacer hincapié en la ausencia de fuerza goleadora. Sin embargo, adolecer es tener alguna pasión o vicio, tener algún defecto. De ningún modo carecer, como supone el ‘brillante’ analista.
Para colmo de males, el denominado 'pitazo final', origina un lamentable caos idiomático, con la impajaritable participación de futbolistas y seudo comentaristas, que desde la gramilla y los camerinos, protagonizan escenas vergonzosas para el periodismo deportivo. Sin duda, una pintoresca parafernalia, que es mejor olvidar.

¡Ojo periodistas y estudiantes de Comunicación! Jugadores y técnicos argentinos, más comentaristas de verborrea cantinflesca como Carlos Antonio Vélez, le hacen al idioma un daño inmenso, irreparable y humillante. El impotable manizalita, debería explicar, por ejemplo, qué es una ‘desinteligencia defensiva’… ¿Tú qué opinas, Lucho Fernández?... ¿Qué será esa vaina?...

No hay comentarios: