viernes, 4 de enero de 2008

¿Quién ha visto a Mizar? Díganle que acabo de conocerlo… y estoy con él…

En principio, creí que no había sido el lugar adecuado. Terminé convencido de lo contrario. No habría resultado lógico ni decoroso, conocer a Luís Mizar, por ejemplo, en el atrio de una iglesia, y mucho menos en una estereotipada parranda vallenata.

Era un ‘encerradero de mala muerte’. Y Mizar estaba, insólitamente, regado por el desnivelado piso de aquella ‘pieza por rato’, convertido en arrugadas peloticas de papel, en exótico contubernio con lánguidas ‘chicharras’ y colillas manchadas de pintalabios barato, sobre una alfombra de papel higiénico “Rosita”, sin duda tendida para ocultar un charco de flujos libidinosos, a un lado de la desvencijada cama. Pero…por aquel precio, ¡yo no podía pedir más!

Al primer golpe de vista, deduje que ante la escasez de papel, alguna doncella de pocas ideas, echó mano a un cuadernillo de poemas que su amante de turno, quizá un hombre atormentado y medio poeta, lleno de ansiedad existencialista, había dejado sobre la rústica mesita de noche.

Y así, en lo que imagino un acto de sublime temeridad, los poemas de Mizar ‘fueron y vinieron’ por la trajinada zona púbica de la lujuriosa damisela, recogiendo efusiones, conociendo secretos y aguaitando intimidades. ¡Coño! ¡Que suerte! Creo que fue un acto demencial de aquella fémina brutal y apasionada, pero sin duda… ¡consagratorio!

No hubo corona de laureles para el poeta, pero en mi sentir, el aroma embrujador de la zona clitoriana, desprendido cada vez que yo desarrugaba las níveas páginas de aquel poemario enigmático, de alguna forma, era un silente homenaje a quien hoy, sin conocer plenamente su obra, me atrevo a calificar con escandalosa alegría, como ‘el más importante poeta vallenato’ de las últimas décadas.

Cumplido el lance amoroso que me había llevado hasta aquel cuchitril, ipso facto, comencé a indagar por Luís Mizar. Los dos poemas rescatados, extraídos del desecho amatorio de una pareja desconocida, llenaban mis convicciones literarias y filosóficas, y me hacían sentir cómplice impensable del poeta.

Ahora sé que Luís Mizar Maestre nació en Valledupar, y celebro complacido que por fin, un ‘nativo del Valle’ no se dedique a componer kilométricos y almibarados paseos, para rendirle un culto inverosímil al ‘cacho’ y a la ‘mariconería’. Los versos de Mizar son poesía viva y pura; dulce y vigorosa; cáustica y precisa.

También supe, por intermedio del sociólogo y escritor Tony De la Cruz, que el par de poemas encontrados en las circunstancias relatadas, forman parte del libro “Psalmos Apócrifos”, y además, que Mizar obtuvo el Premio Nacional de Poesía “Carlos Castro Saavedra”, en 1996… ¡Coño! ¿En que mundo he vivido? Apenas hoy descubro la fortaleza de su poesía incomparable, presumo que gracias a la poca imaginación de una ‘casquivana de siete suelas’. ¡Gracias!... donde sea que te encuentres, anónima aventurera… bandida irreparable de mares y serranías…

Mizar es poesía plena y refulgente, pero siento que no vive en el mundo de los poetas…y ojalá nunca se mude para una dimensión tan frágil y sobornable. Que siga viviendo en su vieja cuadra, porque es como nosotros y canta como nosotros. Solo dice verdades, y por ello, aunque suene paradójico, cumple a cabalidad con el “octavo mandamiento”.

Si estos fuesen los tiempos de Baudelaire, Rimbaud y Verlaine, Mizar formaría parte de los inolvidables “poetas malditos”. Son otros tiempos. Sin embargo, resulta fácil colegir, que ha sido excomulgado varias veces en los aquelarres de las inefables y ‘mamasantonas’ beatas de Valledupar, y además, criticado por el impúdico rebaño de curas, acólitos, pastores, predicadores de pacotilla y profetas de todas las pelambres… ¡No son más que un ejército de falsarios y estafadores!... ¡Duro con ellos, Mizar!

Las voces y los ritmos con que las musas le hablan al poeta, son transmitidos al lector con iracundia. Los versos de Mizar están hechos de realidad. Por eso no tiemblan ni se amilanan, cuando el poeta ‘le canta la tabla’ al Señor. Poesía precisa, de bruma intencional. Poesía de compromiso total, que da sentido a lo humano; irreverente y altiva. Poesía que viene de los cojones. No hay duda. Mizar sublima su rebeldía a través de la palabra poética.

De manera arbitraria, pero impactado por sus deslumbrantes salmos, transcribo uno de ellos, muestra inequívoca de su personalidad y grandeza poética:

Psalmo de la Náusea

Señor
Hace tiempo te lo quería decir
Pero la timidez
Que siempre me ha jodido
Me amordazaba la boca.
Después de mi perorata
Sé que dirás:
“Mizar es mancha de plátano
Para el blanco vestido de mis ángeles
Es más fácil que entre un elefante
Por el ojal de una camisa
A que entre Mizar a mi paraíso".

Señor
No me importa tu retórica
Pues hace tiempo que agonizo por decirte
Que tu paraíso y tus mandamientos
Me producen náuseas…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un saludo; veo que la poesía de Luis Mizar tiene enorme influencia. ¿Sabe usted cómo contactarlo o alguna pista de él? Desarrollo un blog de poesía colombiana contemporánea y necesitaría contactarlo para darle continuidad.
Gracias

Anónimo dijo...

Muy pronto en el blog Las noches de Sara Malacara aparecerá un reportaje a Mizar, a quien tengo en estos momentos a mi lado, aquí en Floridablanca, Santander. Al autor de la nota,Mizar le manda a decir que le puede escribir a la Calle 24 No. 24-15, Barrio 7 de agosto de Valledupar.

Beatriz Vanegas Athías